«No hay nada más banal y tonto que el endiosamiento de la propia vida. En esa época no me quedó opción. Me dolía no ser uno de mis amigos. Aunque me divertía criticarlos (como me ocurría también con mi hermano), también añoré el ejercicio de los ritos burgueses en torno a los cuales se congregaban. Me hubiera gustado participar de esas charlas sobre proyectos inmobiliarios, criptomonedas, viñedos y acrobacias financieras. Con sus dificultades, ellos eran los representantes de la senda virtuosa. A los cuarenta años defendían sin saña, como clérigos antiguos y muy convencidos del funcionamiento universal, la retención de los privilegios, el culto a la estabilidad, la administración de los recursos. Yo, en cambio, me volvía cada vez más silvestre. Salía cuatro o cinco veces por semana, gastaba plata sin miramientos, y mi objetivo principal no parecía ser el bienestar de mi hijo, sino el aumento de mis prolíficos ritmos sexuales. Además, verlos removía los helechos del inconsciente. Extrañaba a mi ex. Extrañaba a mi hijo. Extrañaba la vida que abandoné. Vivía en estado de paradoja: en vez de sosegarme, sin darse cuenta, mis amigos más antiguos y queridos apuntalaban mi desencanto». Pueden encontrar este fragmento en el adelanto de
PABLO OTTONELLO
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ISBN: 9789874878397
